lunes, 12 de noviembre de 2012

“Haz lo que tú quieras será toda la Ley”, la ética trascendental de Aleister Crowley

Cada niño debe de desarrollar su propia individualidad y voluntad, sin considerar ideales ajenos. La educación es asistir al alma a expresarse a sí misma. Cada niño debe de ser presentado con todos los posibles problemas y se le debe permitir registrar sus propias reacciones; debe de ser enfrentado con todas las contingencias de turno hasta que logre sobreponerse a cada una. Su mente no debe ser i
nfluenciada, sino solamente expuesta a todo tipo de nutrición. Sus cualidades innatas harán que seleccione el alimento adecuado para su naturaleza. Respeta su individualidad. 


Preséntale la vida en todas sus manifestaciones para que la inspeccione, sin comentarla. Desde la infancia, los niños deben encarar los hechos, sin explicaciones adulteradas. Deja que actúen y piensen por sí mismos; deja que su integridad innata se inicie a sí misma. Haz que exploren todos los misterios de la vida, que se sobrepongan a sus peligros. El engaño y el miedo son sus únicos enemigos. Deja que sean testigos del nacimiento y muerte; deja que escuchen poesía, filosofía e historia; llama al aprendizaje pero no a la expresión articulada. Haz que enfrenten desfiladeros, olas, animales, encontrando su propia fórmula de conquista. Confía en la verdad en ellos sin descanso, con cuidado solo en hacer su amplitud comprensible; confía en que la usen [...] Deja que los niños se eduquen a sí mismos a ser ellos mismos. Aquellos que los entrenan en estándares los lisian y deforman. Los ideales ajenos imponen perversiones parásitas. Cada niño es una Esfinge: nadie sabe su secreto más que ella misma.

Hallar la propia voluntad y hacerla, pase lo que pase, se convierte en un acto ético en el sentido de que, si un hombre ha abolido su ego, entonces su propia voluntad es la voluntad del universo —de lo objetivo y transpersonal que atraviesa al hombre y otorga unidad a toda la existencia— y de la energía vital que recorre su organismo. 

El hombre tiene derecho a vivir por su propia ley —a vivir de la forma que quiera hacerlo: trabajar como quiera: jugar como quiera: descansar como quiera: morir como y cuando quiera. El hombre tiene el derecho de comer y beber lo que quiera: habitar donde quiera: moverse por donde quiera en la tierra. El hombre tiene derecho de pensar lo que quiera: decir lo que quiera: escribir lo que quiera: dibujar, pintar, labrar, moldear, construir lo que quiera: vestirse como quiera. El hombre tiene el derecho de amar como quiera: —”toma tu parte y voluntad de amor como quieras, cuando, donde y con quien quieras. El hombre tiene el derecho de matar a quien vaya en contra de estos derechos. 

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